bajo un quincho de paja,
paraiso de sombras.
celebro a Laura
que me propuso esa segunda lectura
y a Cristian que lo puso
en mi mochola de viaje.
Allì lo encontrè
dedicado
tiernamente.
A mis espaldas flamean
ropas coloridas
de niños pequeños
mezclados con los uniformes
que usaron hace unas pocas horas en la escuela.
El escenario poètico de los Buendìa hace perfecta la tarde.
Martina se dora al sol
de la playa blanca.
Guarda en sus pupilas
los pajarracos gigantes
que se paran
en los botes de los pescadores.
La mùsica le acompaña el corazòn
y un arrumaco de tarde la adormece.
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